Escribir como necesidad
Escribir puede ser tu amigo, o por el contrario puede transformarse en la principal frustración subyacente a cada bollito de chocolate que decides comerte.
Esa consideración no se limita ni mucho menos a la escritura. También a la lectura, a la creación de videojuegos, a la toma de fotografías. Cualquier acto que te interese puede convertirse en lo peor si tratas de alcanzar la perfección.
Cada vez que escribo en este blog intento hacerlo con esa meta. Hacerlo lo mejor posible. Pero mira, la realidad es que cada vez que lo intento de esa manera fracaso estrepitosamente, y el miedo al fracaso es precisamente de los agentes más paralizantes que pueden llegar a tu puerta.
Si cada paso que das crees que vas a caer, ¿de verdad te vas a levantar del sillón?
Eso es lo que me pasa con gran cantidad de proyectos que he tenido a lo largo de mi vida. Cualquiera que me conozca sabe que me gusta de tó, y que no lo puedo evitar. Que he luchado contra viento y marea para intentar acotar mis intereses, y lo siento pero no puedo. Eso hace que no tenga ni puñetera idea de muchos temas de una manera profunda, y que dé contínuamente la sensación de que al final no sé nada sobre nada. Cuando te gustan muchas cosas es normal que no destaques en ninguna.
Eso sí, por otra parte si no destacas en ninguna y no buscas alcanzar esa imagen figurada de perfección -que por otra parte es irreal- en ninguno de los aspectos, al final el camino se hace mucho más divertido. Sobre todo si es un camino que no puedes evitar recorrer, porque así eres tú, y has de aprender a valorarlo como un elemento tremendamente positivo.
Así que a modo de trabajo, terapia o como quiera uno llamarlo aquí estoy. Quién sabe, igual alguna cosilla te gusta y te quedas.
O no. Pero dará igual. Este es mi baúl, al fin y al cabo. Tú decides lo que haces.
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